La Obra Pía del Pueblo de Cata

El 25 de febrero de 1672, don Sebastián Díaz dicta su testamento y entre sus cláusulas figura el establecimiento de una Obra Pía, en su hacienda del valle de Cata, para “maridar doncellas”, casar pobres “las cuales sean honestas y virtuosas” y también para el sostenimiento del hospital de San Pablo, en Caracas. La institución de la obra pía consistía en que un propietario legaba una hacienda o un inmueble urbano para propender al casamiento de parejas blancas y al sostenimiento de instituciones benéficas o eclesiásticas. Por ejemplo, de la Obra Pía de Tocoròn se beneficiaba el colegio de niñas de Caracas; la de Choroni, fundada en 1696 por don Diego de Ovalle, era para casar huérfanas. La palabra obra pía quedo en el sencillo lenguaje de los lugareños como “urapia”. En los limites de la hacienda el limón (hoy capital del municipio Mario Briceño Iragorry), a comienzos del siglo XX cuando la adquirió el general Juan Vicente Gómez, aparece la palabra “urapia” para indicar sus linderos al otro lado de la montaña al norte. La Obra Pía de Cata tenía como linderos al momento de constituirse en 1672-hacer 330 años-, los siguientes:
“Por una parte con la serranía de Ocumare, por la otra con la serranía que va a Quiagua (Cuyagua); por la parte del rio arriba con el capitán don Manuel de Tovar, hacienda que fue de Francisco Solórzano; y por la parte de la mar con una siembra nueva del sargento mayor don Francisco de Brizuela”
En 1720 visito el área de Cata el funcionario español don Pedro José de Olavarriaga quien no hallo pueblo alguno, sino las haciendas con sus respectivas esclavitudes. Entonces existían varias unidades agropecuarias cacaoteras, en plena producción, de José Páez (con 6000 plantas de cacao), los herederos de don Gerónimo Caballero (8000 plantas), Isabel de Silva (12.000), Matías Sánchez de Lira (10.000), Manuel de (Blanco) Uribe (8.000 plantas), Antonio Blanco Uribe (12.000). Todos estas arboles producían un total de 810 fanegas anuales de cacao, la mayor parte del cual se exportaba a Europa y a Nueva España (México). Escribe don Mario Briseño Iragorry que
Brillant-Savarin, en su libro Fisiología del gusto, expresa:
“Se esta de acuerdo en que los arboles que dan el mejor fruto son los que crecen sobre las orillas del lago de Maracaibo, en los valles de caracas y en la rica provincia de Soconusco”. Cuando se refiere a los valle de caracas, esta hablando de los valles de la provincia de caracas, a la cual se adscribía entonces la región de Aragua hasta 1848 cuando logro su autonomía. La mayor parte del producto salía del litoral de Aragua y de la zona de Barlovento; gozaba de justa fama en todo el orbe, especialmente el finísimo cacao de Chuao, considerado “el mejor del mundo”.
En 1776 había en el sector residencial de Cata una “rochela” de negros, Zambos y mulatos libres. Era el germen del pueblo. La información revela que había 50 casas en las cuales radicaban unas 80 familias . los dueños de las haciendas se quejaban ante las autoridades españolas manifestando que estas familias comían “buenos bocados” y bebidas y vestían trajes de zaraza,. Olan y otras finas telas gracias al contacto sostenido y subrepticio que mantenían con holandeses venidos de la isla de Curazao, quienes cambiaban esos bienes por cacao sustraído ilegalmente en las haciendas del valle. La idea era desaparecer ese pueblo ya estructurado con los antiguos esclavos liberados del vasallaje, tal como habían quemado el pueblo de Chuao a mediados del siglo XVIII por órdenes del capitán general y del obispo de Caracas. Pero no llegó a mayores.

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