Raíces Africanas

Para hablar de la esclavitud en Venezuela y el régimen alimentario criollo, interesa conocer la dieta de los negros venidos de África. Según los pocos estudios que existen sobre la proveniencia de los esclavos traídos a Venezuela, el origen de estos ha de situarse en las tierras que se extienden desde el Cabo Verde hasta el de Buena Esperanza, limitados al occidente por la extensa costa atlántica, sin que puedan establecerse con absoluta precisión los alcances de la trata hacia el interior del para ser venidos en los puertos. La mayor parte de la zona de extracción fue llamada, genéricamente, Guinea, incluso la región meridional que corresponde a Angola, nombre con el cual también se la distinguió desde comienzos del tráfico.
En esa gran extensión, en vísperas de la trata de esclavos, coexistían numerosas culturas con regímenes alimentarios que, pece a que no se les puede considerar semejantes en todo, para nuestros efectos podemos integrar en uno solo, basándonos en los abundantes rasgos comunes que presentan.
La primera característica que nos permite agrupar alimentariamente a los negros africanos es el predominio de los vegetales en su dieta, en detrimento de la carne, elemento que, consumido con frecuencia por los ricos jefes tribales, los notables y una minoría de tribus cazadoras, no era ingerido por las grandes mayoría sino en poca cantidad o en ocasiones de gran solemnidad. La mayor parte de la población de la zona que nos interesa tenia como actividad predominante la agricultura, practicada con técnicas tan elementales como las empleadas por los aborígenes americanos en sus conucos. Esta similitud en los métodos de labranza se hace evidente si comparamos la agricultura indigena precolombina con la africana. En efecto, esta ultima “desconoce los cultivos alternos, y solo excepcionalmente practica el abono, producto de la alianza, raramente practicada en África, entre la ganadería y la agricultura. De esta forma la tierra se empobrece tan rápidamente que apenas si da una o dos cosechas o, como máximo, tres. No importa que el campo se agote, se busca otro en otra parte, ya que no es espacio lo que falta. Se practica así una agricultura itinerante, nómada; la aldea puede desplazarse, ya que no la forman las casas, sino un grupo de hombres, mujeres y niños que han plantado sus cabañas o edificado sus casas de “banco” (arcilla mezclada con paja) aquí, allí o en otra parte. Cuando el perímetro cultivable que existe alrededor de la aldea se ha vuelto casi estéril, se desplazan todos juntos un poco más lejos, hacia el malezal, donde la presencia de ciertas plantas silvestres indica a los iniciados la fertilidad del suelo. Antes de la estación de las lluvias, y una vez cumplidos los ritos propiciatorios, todo el mundo se dedica a arrancar la maleza, conservado los árboles útiles, cortando los otros a la altura de la mano y reservando las cepas para el ulterior barbecho. Cuando la maleza cortada esta seca, se le mete fuego. Después se araña superficialmente el suelo con la azada (la daba), mezclándole las cenizas y las semillas, al tiempo que se invoca la lluvia. Después de algunos años de explotación la nueva tierra se habrá agotado a su vez; se la abandonará al baldío que, a la larga, le devolverá cierta fertilidad”. En la base de ese régimen vegetariano encontramos tres cereales autóctonos del África; el mijo, el sorgo y una clase de arroz silvestre (Oriza glaberrima); un rizoma: el ñame (Dioscorea alata); varias legumbres: alubias (Vigna sinensis), habas (Vicia faba), garbanzo (Cicer arietinum) y lentejas (Haroum lens), así como también calabazas, berenjenas, coles, pepino, cebollas y ajos. Como frutas usaban melones, sandias o patillas, tamarindos, dátiles, higos, baobab (Adansonia digitata), granadas, limones y naranjas. Como edulcorantes empleaban principalmente la miel y, en menor escala, el azúcar de caña, cuyo cultivo fue introducido desde muy temprano (siglo XI) por los árabes y, posteriormente (siglo XV), ampliado por los portugueses. Consumían muy poca sal y como especias usaban en abundancia la pimienta (Piper guineense) y el jengibre. El predominio vegetal de esta dieta se extendía incluso hasta las grasas, cuyos dos exponentes principales eran el aceite de palma (Elaesis guineensis) y una margarina vegetal proveniente de la planta llamada Karite (Butyrospermum parkii), aun cuando en menos escala usaron también el sésamo. Como se anoto al comienzo, no puede pasarse por alto que, a pesar de la preponderancia de la dieta vegetal en los africanos, la carne no dejo de ser elemento importante en la alimentación de algunas tribus. Así Jolofos y Mandingos criaron rebaños de ganado vacuno y también de ovejas y cabra; estos dos últimos constituyeron las fuentes más utilizadas en la alimentación, y su carne fue considerada superior a la de vaca. El éxito de ovinos y caprinos tuvo seguramente relación con los graves problemas que represas de caza mas importantes fueron el antílope, el orryx, la gacela, la liebre y, para ciertos grupos, la jirafa, el hipopótamo y el elefante. Hubo abundante pesca, tanto en aguas saladas como en las dulces, hasta el punto de ser necesario considerar los pescados como elemento no desdeñable del régimen alimentario que venimos considerando. Para la preparación de sus comidas empleaban muy corto número de utensilios. En la elaboración de sus papillas o poleadas, de uso generalizado, se servían de piedras de moler, si se trataba de majar tubérculos o especias, y de grandes morteros de madera 8pilones), en el caso de molienda de granos. Es probable que en la elaboración de su aceite, para lo cual fuera necesario hervir a fuego moderado la materia vegetal en recipiente cubierto, usaran ollas de barro cocido. Las calabazas desecadas y cortadas eran sus cuencos; igualmente usaban recipientes y cucharas de madera. Este utillaje, principalmente de origen vegetal, lo completaban con odres en los que almacenaban granos y con cuchillos fabricados de hierro.
Los relatos de viajeros y tratantes, y la imagen que desde un principio se formaron los europeos de la fortaleza y buena complexión de los negros, a quienes consideraron aptos para los más rudos trabajos, nos llevan a pensar que su régimen alimentario era de alto valor nutritivo.

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